martes, 31 de mayo de 2016

MIS CUENTOS: "LA PIEDRA DEL DIABLO"


LA  PIEDRA DEL DIABLO
(Autor: Profesor Hipólito  G. Yánac Rivera)
En el camino que conduce a las zonas andinas, a afueras de un pueblo, al pie de un peñasco, existía una piedra grande de forma rectangular parecido a un ataúd de muerto, en donde se podía notar una mancha roja, que tenía la apariencia de la figura de una persona con cuernos, orejas largas y patas de cabra, al que le atribuían que era la figura del diablo y por tanto, era considerado como morada (refugio, mansión) del diablo.

El caso era que, en ese lugar se producían ciertos encantamientos a los caminantes que transitaban por aquel camino, aprovechando la soledad del lugar o en horas de la noche. El encanto consistía en que, al caminante mujeriego, enamorador se le aparecía una mujer hermosa de cabellos rubios, quien trataba de seducirle con caricias y besos apasionados (ardientes, ardorosos, vehementes), despertando en el caminante su amor por la bella dama. Éste, cegado (alucinado, deslumbrado) por su instinto enamorador y mujeriego llegaba a ilusionarse y pretender como amante de la hermosa mujer.


Por su parte, la bella dama le ofrecía al caminante un tesoro escondido en el que contenía mucho oro; pero, para entregarle tenía que acompañarle a un lugar cerca del camino, momento en que, se abría un camino con hermosas rosas blancas, pero que, con engaños los lleva a las personas encantadas sin que se diera cuenta a un precipicio inaccesible para entrar y salir de ella. Pero, el caminante luego de quedar alucinado, al volver en sí, y, al verse en un precipicio llegaba a trastornarse de desesperación y susto o de lo contrario aparecía muerto.

En otras ocasiones, en el mismo lugar donde se encuentra la piedra del diablo, a las personas que eran encantadas se les abría una puerta que le conducía a un lugar desconocido y muy hermoso. La persona encantada ilusionado y llevado por su codicia y ambición entraba sin medir las consecuencias que pudiera sucederle, es así que, cuando se daba cuenta la puerta se cerraba  desapareciendo la persona para siempre.

También en ese mismo lugar si la persona pasaba en horas de la noche o de madrugada, el camino real se le desaparecía y al tratar de proseguir con su viaje se le habría un camino que le conducía a otro lugar desconocido muy florido, entrando en aprietos la persona encantada; pero, al percatarse y volver en sí la persona aparecía  en un precipicio inaccesible. O en otras ocasiones, aparecían muertas con rasgos de haber sido succionado toda su sangre, encontrándose unos pequeños agujeros alrededor del cuello.

En otros casos, al pasar por el lugar de la “piedra del diablo”, al producirse el encantamiento, el camino se cubría de rosas blancas deteniendo al caminante y quien al tocarlos se daba cuenta que eran espinas y no rosas, por lo que, algunas personas débiles de carácter quedaban trastornadas arrojando espuma por la boca.

En la misma senda o trayecto de ese mismo camino, más o menos a unos 100 metros de distancia de la “piedra del diablo”, existía un manantial de agua, cuyas aguas eran de sabor muy deliciosas, provocando al caminante a mitigar su sed. El caminante generalmente tenía que agacharse y tomar a sorbos el agua; pero, al levantarse se encontraba con la sorpresa que, todo su alrededor y el camino se encontraba cubierto de hermosas rosas blancas que, al tocarlas todas eran espinas; viendo interrumpido de esta manera su viaje y trastornándose por fuerzas diabólicas.


FIN


No hay comentarios:

Publicar un comentario