(Autor: Hipólito G.
Yánac Rivera)
En un pueblito lejano, había una pareja de esposos:
Marcelino y Ruperta, que no pudieron tener hijos dentro de su matrimonio o
fuera de ella. Hacían su vida en forma normal. Don Marcelino se dedicaba a las
labores de la agricultura y a la vez,
tenían una estancia en la puna de ganado lanar y vacuno.
Doña Ruperta, se dedicaba a las labores doméstica de la
casa, quien de joven había conocido a una
matrona (comadrona, comadre, señora, dama) que nunca había tenido
enamorado ni esposo, pero, según dicen que ella tenía un pacto con el diablo.
Según cuentan que ésta comadrona le enseñó a doña Ruperta todos los secretos
del pacto con el diablo. En vista que la comadrona estaba entregado al diablo de
cuerpo y alma; para librarse de ese contrato tenía que entregar en canje a otra
mujer; de no ser así al morir ella, el diablo tenía que llevárselo su cuerpo
después de su entierro en el cementerio.
Este pacto con el diablo, en otros casos se hizo realidad,
ya que, luego de haber sido enterrados esa misma noche su cuerpo era trasladado
a la morada del diablo, quedando su sepulcro vacío y desparramado la tierra, lo
que evidenciado su veracidad.
Cuentan que al fallecer la matrona, la joven pasó a ser la
esclava del diablo para entregarse a los rituales diabólicos. Es así que, la
joven ya madura, cada luna nueva después de las doce la noche, cuando el marido
entraba en un profundo sueño, salía de su casa convertida en cóndor hembra y en
raudo vuelo se dirigía con dirección a su estancia, llegando en veloz vuelo,
dando dos vueltas por encina de la choza y luego dirigirse a “Sacjsucu pince”.
La presencia de la cóndor al llegar a la choza era sentido
por los perros y éstos ladraban como persiguiendo a personas extrañas; y el
compadre al sentir el ladrido de los perros, salía a ver que es lo que sucedía
y siempre se percataba que un cóndor volaba con dirección a “Sacjsucu pince”. En vista que el
incidente era continuo cada fin de mes,
el compadre se puso en alerta tomando las providencias del caso.
En una de las tantas veces de sucedido el hecho, el
compadre se había aprovisionado de un garrote, al sentir el vuelo del cóndor,
luego que se retirara le siguió por la dirección que siempre se alejaba,
llegando a “Sacjsucu pince” muy
cerca de la estancia (choza); y al llegar al sitio se dio con la sorpresa que a
la cóndor hembra los cóndores machos se disputaban para subirse sobre sus alas
para que les haga dar vueltas por todo el sector. En una de esas escenas, el
compadre aprovechando que la cóndor hembra
estaba totalmente agotada, tomó el garrote y empezó a golpearlo en las
alas tratando de cogerlo, cuando un certero golpe del garrote le cayó en el
ojo, instantes en que la cóndor hembra se convirtió en una mujer que era su
comadre; quien a gritos le decía:
- ¡“Disculpa compadrito me ha golpeado en mi ojo que no
puedo ver”!.
Tanto
fue la sorpresa del compadre que no supo como retornar a la choza, dejando
maltrecha a la comadre.
Luego de cierta hora, los perros empezaron a ladrar y el
compadre salió para ver que sucedía, pudiendo observar que un cóndor daba dos
vueltas a la choza y luego dirigía su vuelo con dirección al pueblo.
El
día siguiente el compadre, asombrado por lo sucedido se dirigió al pueblo para
indagar por su comadre como si no supiera nada. Y al llegar al pueblo se
dirigió a la casa del compadre, quien afectuosamente saludó a su compadre.
-
Compadre muy buenos días, vengo de
la estancia a comprar víveres.
-
El compadre, le respondió con un
saludo cordial ¿Compadre cómo está de salud y qué novedades por la estancia?
-
.En la casa de su compadre
encontró a la comadre vendada la cabeza y tapada el ojo derecho, quien le
manifestó que su comadre estaba delicada. Entonces, el compadre que había
golpeado a la cóndor hembra, se convenció que se trataba de su comadre; quien
dentro de sí daba fe de todo lo sucedido, comprobando que su comadre tenía
pacto con el diablo.
La comadre, cada fin de mes se ponía enferma y hacía cama
amarrándose la cabeza. Todo esto sucedía después de haber participado en los
rituales y vuelos nocturnos con lo cóndores machos. Lo raro de la señora era
que nunca salía de la casa, salvo raras ocasiones.
FIN
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