REFLEXIONES ANTE EL CORONAVIRUS – COVID 19
La
pandemia Coronavirus - COVID 19,
está cambiando el curso de la historia de la humanidad con la muerte de miles
de personas en todo el mundo, como si fuera la maldición divina, habiéndose
expandido a nivel mundial, deteniendo todas las actividades comerciales,
financieras, de turismo, educativas; encontrándonos confinados en nuestros
propios hogares; cuyas consecuencias fatales ha afectado a todos a nivel de
todo el mundo, sin distinción del poder económico, político, social y cultural,
como si se estuviera cumpliéndose los escritos de la Biblia: “Con
la misma vara que mides serás medido”.
Es
decir, todos estamos padeciendo el rigor de su furia sin distinción de raza,
color, credo, religión, ideología, ciencia, tecnología y cultura como si fuera
la maldición de Dios. Estamos sometidos a prueba, habiendo llegado al
arrepentimiento y las lamentaciones, es como si se cumpliera el adagio popular:
“Dios castiga sin palo ni piedra”;
o pareciera a la trama de una novela: “Hasta
los ricos lloran”.
Por
otra parte, nos está haciendo reflexionar en diferentes formas de nuestra
convivencia social; es así que, a consecuencia de sus efectos a diario se vienen
desenmascarando actos de corrupción a nivel mundial; se están produciendo los
éxodos a nivel de todo el planeta; es decir, ha rebasado fronteras, haciendo
que retornen a su natal de origen, como si una canción hubiera profetizado lo
que iba suceder: “Todos vuelven a la tierra que nacieron …”.
Las
consecuencias del COVID 19, ha llegado a trastocar el fondo de nuestros
corazones, haciendo fluir nuestros sentimientos de solidaridad, fraternidad, de
amor al prójimo, valores que habían desparecido de la faz de la tierra. Con
este enemigo invisible ha resurgido con el accionar de nuestros hermanos
médicos, enfermeras, personal técnico, policías, miembros de las fuerzas
armadas, personal de limpieza pública, etc. A consecuencia de la furia de este
mal, están ofrendando sus vidas, constituyéndose en mártires de la humanidad. Martín Luther King, tenía razón al
haber manifestado: “Hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los
peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos, con amor, unidos
como hermanos”.
El COVID 19, nos ha puesto en prueba,
para meditar que la vida no vale nada;
las medicinas no tienen efecto curativo,
los científicos no pueden descubrir un antídoto, ni una vacuna para
contrarrestar la ira de esta epidemia.
Mucha gente a nivel mundial al morir se enterraba con carrozas de lujo, con ceremonias fúnebres
y en mausoleos de mármol. Ahora morimos sin el abrazo del último adiós de
despedida, sin un presente floral, sin el responso del párroco; como si los que
escribieron la Biblia se proyectaron a los sucesos fatales del COVID 19: “De polvo naciste y en polvo te
convertirás”.
Se han obviado los cementerios, los nichos, se han reemplazado por la zanja
común, donde todos somos iguales; es decir, hasta en la muerte nos han
igualado. Lo que nos debe hacer reflexionar, para asimilar muchas enseñanzas
para cambiar de actitud y al mismo tiempo cambiar el curso de la historia de la
humanidad.
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