martes, 14 de junio de 2016

ENCANTOS DE MI TIERRA CAJATAMBINA: "EL BANDOLERO ENCATADO"



EL BANDOLERO ENCATADO
 (Autor: Profesor Hipólito G. Yánac Rivera)

Como dice el dicho: “Se dice el milagro más no el santo”, puede ser real o invento de la persona que relató su episodio, pero los lugares si existen, la fecha son coincidentes, así como la persona que garantiza su credibilidad.

Era época de fiestas en un pueblo, dónde se  festejaba la fiesta patronal de ese lugar  Por esos años, la carretera solamente llegaba hasta un determinado lugar y de allí, tenían que viajar a caballo o a pie para llegar al pueblo. La “Góndola” o ómnibus que los transportaban de la capital con destino a ese pueblo, llegaba entre 6 a 7 de la noche a una estación, debiéndose alojar los parroquianos en pequeñas habitaciones del lugar, para luego el día siguiente seguir su viaje a pie o a caballo con destino a dicho pueblo.

Al bajar Julio el bandolero de la góndola, se le acerca un joven y le dice:
-     Don Julio, su papá me ha encargado un caballo aperado para que pueda viajar, está en la casa del señor Daniel Alcocer.
-     Julio el bandolero, agradeció al joven por el encargo, y, se constituyó a la casa del señor Alcocer.
-     Julio el bandolero al llegar a la casa, dijo: Buenas noches don Daniel, nuevamente me tiene por estos lares, me dicen que aquí me aguarda mi caballo que ha sido enviado por mi padre.
-     Sí, don Julio aquí está su caballo; pero como ya es tarde, habrá que llevarlo al potrero para que coma bien para el viaje de mañana.
-     Julio el bandolero, le contesto: No, don Daniel, ahora mismo tengo que viajar porque ésta noche es la víspera de la fiesta y no quiero perder la oportunidad para divertirme.
-     Don Daniel Alcocer, se quedó sorprendido a la respuesta del cuatrero; y le replicó: - Usted no tiene miedo viajar a esta hora en el silencio de la noche, por sitios  muy agrestes; y, lo peor que tiene que cruzar la cumbre donde hace mucho frío.
-     El bandolero, con tono desafiante contestó a don Daniel: - Para los hombres como yo no hay imposibles, por algo soy Julio el bandolero, haciendo fama a su padre.

Pero, Julio el bandolero, haciendo alarde de su fama de bandolero, mujeriego y abigeo; y además, acostumbrado a realizar esos viajes de noche por esas rutas, decidió emprender el viaje alrededor de las nueve de la noche enrumbando su viaje a caballo con dirección al pueblo, enfrentándose a un camino bastante accidentado e inhóspito, siguiendo una quebrada por donde discurría un río y teniendo que pasar por unos socavones de carbón de piedra, donde se podía percibir solamente el ruido de las aguas del río y el zumbido de unos moscones propios de esa zona que daban la impresión de lugares tétricos y espantosos que infundía mucho miedo y terror.

La noche estaba iluminada por el fulgor resplandeciente de la luna llena como si fuera de día. Cerca de las doce de la noche avistaba una antigua fundición en donde todavía existían casas antiguas, el horno de fundición de metales que utilizaron los antiguos pobladores. En dicho lugar, vivía gente que se dedicaban al pastoreo de ganado ovino; quienes tenían una amistad con el bandolero. Es así, que los perros al verlo aproximarse al lugar empezaron a aullar y luego se callaron al reconocerlo que era amigo de sus dueños.

El cabalgante, prosiguió su viaje sin alborotar a los perros; el caballo iba muy de prisa y muy sudoroso; por su parte, el cabalgante iba provisto de un poncho, un sombrero y de una chalina para amortiguar el frío, la helada de esa época, así como también de la altura, ya que, estaba ascendiendo la parte más alta de la cumbre.

Julio el bandolero, prefirió pasar de largo la estancia sin tomar contacto con sus amistades, a fin de no demorar su viaje y llegar a la hora de la víspera de la fiesta, por lo que, aligeró a su caballo; y cuando se había alejado del lugar, iba distraído silbando una canción; de un momento a otro, cuando se encontraba cerca al manantial de aguas termales, de pronto, se le apareció por el camino una mujer blanca y hermosa de cabellos rubios, momentos que Julio el bandolero, se sintió impresionado, y al encontrarse frente a frente,  la bella dama le dijo:

- Joven, a dónde se va tan de prisa, pareciera que alguien le persigue, a lo que Julio el bandolero, contestó: - No, voy a festejar la víspera de la fiesta de mi pueblo.

La bella dama, por su parte le dijo: - vengo caminando muy cansada, ¿podrías acompañarme al campamento que está cerca?
- El bandolero le contesto que también él iba de prisa, y, que no podía.

Pero, el cuatrero frente a tal invitación empezó a dudar, puesto que él conocía bien la zona, y en ese lugar no vivía una mujer con las características de la dama que le estaba invitando. El cuatrero, trató de rehusar dicha invitación, y, frente a tal rechazo, en esos instantes las riendas que tenía sujetando el caballo, en sus manos se convirtieron en dos serpientes que trataban de enroscarlo por la cintura; al ver que no podía sujetar el caballo, el cabalgante solo pudo vociferar palabras soeces y en el acto desapareció la mujer hermosa de cabellos rubios.


Casi a punto de perder el control, el cabalgante recapacitó para utilizar sus espuelas, incrustando a cada costado del abdomen del caballo, haciendo que éste dé un brinco  saliera velozmente del lugar.  Por su parte, Julio el bandolero, se encontraba totalmente confundido con los pelos en punta. Pero, como el cuatrero tenía carácter fuerte pudo imponerse al encanto de la bella mujer, haciendo que el caballo le llevara a todo dar.

Conforme iba avanzando su camino Julio el bandolero no podía comprender lo sucedido, meditando que posiblemente era la maldición de las personas a quienes había hecho daño, ya que no encontraba otra explicación. Así, pudo llegar a su destino en horas de la madrugada impresionado por lo sucedido.

Al llegar a la casa de sus padres, contó todo lo sucedido, quienes se quedaron asombrados, sólo les quedó llamarles la atención, diciéndoles: - Julio, esto te pasa por mujeriego, porque paras haciendo daño a la gente, tienes que enmendarte de tus errores. y comportarte como un joven decente.

El bandolero, que tenía la fama de mujeriego y abigeo, muy conocedor de esa ruta por sus andanzas propio de sus actividades ilícitas, a partir de ese suceso, trató de cambiar su comportamiento, ya  que le sirvió de escarmiento.

Fin



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