miércoles, 13 de julio de 2016

MIS LECTURAS REFLEXIVAS: "EL VIEJO MERCADER"



EL VIEJO MERCADER

El viejo mercader pensaba ya en retirarse. Había construido desde la nada, un enorme imperio comercial por todo el continente europeo y asiático del siglo XV.
¿Su secreto? Subirse al caballo y andar por enormes distancias vendiendo y vendiendo.
Si lo dejara esto aquí, parecería una historia de venta capitalista actual. Pero no lo es.
Corrieron la voz que el gran mercader quería dejar un descendiente - ya que era célibe - y a ese elegido le quedaría toda su riqueza, que decían, era incalculable.
Vinieron en los tres meses posteriores, cientos de jóvenes desde todas las latitudes. Mientras esperaban hablar con él, contaban hazañas de ventas espectaculares que denotaban sus cualidades de vendedores excelentes.
Esto parecía importante, porque decían que el viejo mercader tenía una "rara habilidad" para que el comprador eligiera lo que él quería venderle.
Y habló el mercader con decenas de estos jóvenes, y eligió cien. De estos saldría su sucesor y el de su fortuna personal.
Tomó cien ponchos hechos a mano con telares especiales por las mujeres de su aldea, y dio a cada joven uno, que llevarían junto a las otras mercaderías. Saldrían a caballo con sus alforjas cargadas al amanecer, y volverían a los 150 días. Quien más hubiera vendido, pues ese sería el ganador.
Parece obvio ¿verdad?
Pero cuando le faltaba solo un joven para proveerle el poncho, advirtió que no tenía más, se le habían acabado. Y entonces mando a buscar uno que era de su propiedad, quizás viéndolo de lejos parecía igual a los otros ponchos, pero este estaba hecho con hilos de oro y piedras preciosas. El joven no podía creer lo que veía, y el viejo mercader le dijo lo mismo que a los otros.... "anda, ve, véndelo y serás el elegido...".
Pasaron los fatídicos 150 días y comenzaron a volver lentamente, uno por uno. Habían tenido suerte variada. Durante más de una semana y a medida que descansaban ¡latinas loras, se enfrentaban al viejo mercader y rendían cuentas. Algunos habían vendido casi todo, inclusive el poncho.
Llamativamente, cuando habían vuelto 99, quedaba sin regresar el último de los jóvenes, el que había recibido el poncho artesanal y el más caro.
El viejo pensó que le había sucedido algo malo, y pasaron un par de semanas sin que regresara, optando por elegir entre los que habían vuelto, pues aquel había desaparecido.
Lo mas probable es que me haya robado el poncho, debí suponerlo!!!!!! ... dijo indignado y resignado.
Cuando ya estaba decidido quien sería el ganador, apareció aquel joven que había vuelto sin las alforjas de mercadería, y sucedió lo inesperado... Había vuelto sobre un caballo sin nada, y sin el carísimo poncho...

El viejo mercader lo llamó a su tienda y lo interrogó muy disgustado. ¿Dónde has estado....? ¿Por qué tardaste tanto? ¿Cuánto dinero has traído y que has vendido?
El muchacho hablaba con vergüenza y hasta con un dejo de miedo. Le decía con voz muy cortada que había vendido algunas cosas chicas y baratas y que no había vuelto antes porque tenía miedo de enfrentarlo... ¿Miedo de enfrentarme... pues algo malo habrás hecho... dímelo!!!
Pues vera señor... le dijo el joven... cuando comencé el regreso me encontré con una señora que iba semidesnuda con dos bebes en brazos. Estaba cayendo la noche y hacia un frío increíble... La dejé atrás con mi caballo pero no pude dejar de pensar en esos niños y el frío...seguramente, morirían...
Entonces volví y trate de ayudarla. Me dijo que la única manera de ayudarla era dándole una manta y comida. Comida me sobraba pero manta ¡lo tenia... excepto porque llevaba ese manto extraordinario que Usted me había dado para vender...
Imaginase !!!, lo ofrecí por toda Europa, pero pedí un precio tan alto que nadie me lo quiso comprar, aunque a todos los impactó...
Pues bien, hice un fuego, asegure el caballo y calenté comida para ella, mientras le daba el pecho a los niños envuelta en el poncho….  Pobre diabla!!!, jamás sabría que lucía un poncho millonario!!!
A la mañana luego de dormitar al rededor del fuego, espero que saliera el sol y le retire el poncho. Comencé mi viaje... ella quedo allá atrás, con sus dos bebes y en la soledad de la mañana...
Hice algunos kilómetros y pensé que esa noche, moriría junto a sus hijos porque caminando no llegaría a ningún refugio antes de 4 días. Yo le había dejado víveres, pero pocos e insuficientes… Lo importante era que no tenía abrigo... Y decidí volver... allí venía caminando solita, con un niño llorando de cada brazo y con cara desencajada por el cansancio y sus nenitas...
 Entiendo que usted está enfadado conmigo ahora, pero no me arrepiento, no pude seguir y le dejé el caballo y el poncho. Con el animal llegaría antes de la noche al pueblo más cercano... Y el poncho... bueno el poncho los abrigaría por si los sorprendía la noche... no pude pensar en su precio, allí era únicamente un poncho, un simple poncho... Quedaban algunas cosas para vender, que utilice para convencer a una caravana de turcos que me vendieran un caballo para poder regresar aquí....Y me cobraron todo, absolutamente todo, la mercadería restante y la totalidad del dinero que llevaba encima. Lo perdí todo señor...
Trabajaré todo el tiempo que sea para recompensarle esta pérdida señor... pero no pude dejar a la mujer y los niños allí, para que murieran... Y el joven rompió en llanto y se sentó en el piso tomándose la cara con ambas manos...
El viejo mercader tenía los ojos desencajados, llenos de lágrimas que el muchacho no podía ver, porque durante el relato jamás lo había mirado a la cara... y dijo el mercader a sus colaboradores... "He aquí al ganador, a mi sucesor... El ha sido el único que ha entendido cuando un poncho millonario, es solamente un abrigo necesario para abrigar... y el precio allí no le importa a nadie... importa el sentimiento y la actitud... creo hijo, que tu serás el vendedor más grande del mundo!!! . Has entendido lo que verdaderamente importa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario