TRADICIONES
CAJATAMBINAS
AUGURIOS NEFASTOS O
SUPERSTICIONES
EL “AULLIDO” DEL
PERRO AL VER EL ESPÍRITU DE LA PERSONA QUE VA FALLECER.
Los animales, así como las personas
tienen sus propias peculiaridades con la diferencia de que los animales no
tienen la capacidad del sentido de la razón y si es que la tienen, es muy
rudimentaria; pero tienen otras facultades o instintos más desarrollados que el
hombre (como la vista, el olfato, etc.)
El perro, el animal más fiel y amigo
del hombre, es capaz de premunirnos de algunos acontecimientos que se han
arraigado dentro de las creencias de los pueblos cajatambinos.
En el caso del “aullido” o “ladrido” del
perro es una forma de anticipar la muerte de una persona. Generalmente estos
“aullidos” o ladridos suceden a altas horas de la noche, muy esporádicamente se
puede escuchar de día dichos “aullidos”. La diferencia
está, que de noche el animal se expresa con profundo dolor, de sufrimiento casi
agonizante; en cambio si es de día es más leve y breve.
Dentro de la tranquilidad y el sueño
apacible de los pobladores empieza el “aullido” de un perro “guauguau….! ¡guauguauuuuu……! !guaguauuuuuuuu…..! y cada vez más prolongado hasta que el animal queda extasiado (atónito,
pasmado, sin aliento), como si alguien le estuviera atacando ¡guaguauuuuuuuuuuuuuu……..! y dándole una
tonalidad sepulcral que al final pareciera desfallecer, preciso momento que el
animal ha logrado avistar el espíritu (o alma) de la persona que va fallecer
(presunto difunto o difunta); que generalmente empieza muy cerca de la vivienda
o el lugar donde el presunto difunto frecuenta. Y cuando ya haya pasado el
espíritu (o alma), el perro deja de aullar y empieza ladrar como si estuviera pasando
una persona por el lugar; momentos en que los demás perros que se encuentran
por la calle central a dos o tres cuadras adelante empiezan a “aullar” ¡guauguauuuuuuuu……!, ¡guauguauuuuuuuu……..!, lo que hace suponer que el espíritu continúa con su recorrido hacia el
cementerio, por donde se conduce el “féretro”; y así, sucesivamente hasta
aproximarse al puente del río “tabín” cerca del cementerio.
Momento en que los perros de toda la
población empiezan a “ladrar” en forma conjunta y natural como si estuvieran
persiguiendo a una persona:¡guauguau, guauguau!, ¡hap, hap!.
Luego, las personas al despertarse y
escuchar toda la escena de los “aullidos” y “ladridos”, comentan que el “alma” está pasando, ya llegó a la “Capilla”,
ya está cerca del puente, se dirige al cementerio.
El “aullido” y el “ladrido” de los
perros, es sepulcral, que infunde terror (miedo, pánico) como si uno estuviera
viendo al mismo espíritu (o alma). Y cuando uno es niño, es mucho más
impresionante y terrorífico, uno trata de acurrucarse dentro de su cama
buscando la protección de alguien.
Después de un tiempo, al mes o dos
meses del aullido del perro, se produce el fallecimiento de una persona,
confirmándose el presagio del animal. Lo curioso del caso, es que hay personas
que según el tipo de “aullido” del perro pueden diferenciar si la próxima
víctima va ser varón o mujer; y que en verdad no es simple coincidencia, por lo
que, se ha hecho tradición.
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