EL ENCANTO DE LOS CERDOS
(Autor: Profesor Hipólito G. Yánac Rivera)
En una ocasión, en un
pueblo alejado de la capital de la provincia, luego de una jornada de trabajo
un grupo de amigos decidieron agasajarle a su entrañable amigo Ricardo,
compañero de estudios de la universidad. Para lo cual, se reunieron en horas de
la noche para degustar un pequeño ágape y escuchar
música, ya que, eventualmente se encontraban y por esa satisfacción decidieron
compartir momentos de alegría.
La reunión era muy
amena, conforme iban transcurriendo las horas bajo la luz resplandeciente de la
luna llena que iluminaba un paisaje indescriptible e incomparable; cuyo
panorama se podía observar desde el balcón de la vivienda.
El frío penetrante de la noche y el efecto de
las bebidas que habían ingerido provocaron a los amigos la necesidad de orinar
y como la habitación no contaba con servicios higiénicos tenían que salir a un
lugar aparente para hacer sus necesidades biológicas. La vivienda estaba
ubicada al costado de un campo de fútbol y colindante con un cementerio. Es así
que, los integrantes de la reunión, uno tras de otro salían hacer sus
necesidades biológicas sin ningún percance y todo se desarrollaba normalmente.
La noche había
transcurrido cuando aproximadamente dos de la madrugada Ricardo bajó del
segundo piso y se dirigió al campo de fútbol para hacer sus necesidades biológicas;
y, luego de haber terminado de miccionar se detuvo para contemplar la belleza
del paisaje bajo la luz resplandeciente de la luna y el fulgor de los nevados
que circundaban la población; cuando de pronto se le aparecieron unos cerdos
gigantes color candela con los colmillos sobresalientes y gruñendo se
abalanzaron sobre él; quien tratando de
defenderse pudo llegar hasta las escaleras de madera que conducía al segundo
piso de la vivienda y en un esfuerzo sobrehumano trató de voltear la escalera
cayendo encima de los cerdos ahuyentándolos y perdiéndose éstos por el
cementerio, quedando Ricardo atontado por el susto sin poder hablar. Al
escuchar el ruido salieron inmediatamente el resto de los amigos, encontrándolo
aturdido por la impresión y el susto ocasionado por los cerdos.
- Juan, al verlo fatigado, le preguntó
¿qué te ha pasado?
- Ricardo, relató cómo había
sido atacado por enormes cerdos color candela y de colmillos sobresalientes.
Pero, Juan replicó: -
¿De dónde salieron los cerdos?
- Ricardo, contestó: -
aparecieron del lado del cementerio. No era cerdos normales, sino que eran
cerdos gigantes, tenían unos colmillos enormes y sobresalientes; sus ojos eran
grandes relucientes color rojizo, tenían unas orejas grandes y puntiagudas, y
de sus hocicos salían chispas como fuego
que infundía terror y me han atacado con una ferocidad increíble.
- Ricardo, prosiguió relatando
lo sucedido: - He sacado fuerzas y
he tratado de ganarle en subir las escaleras que da al cuarto., momentos en que,
en mi desesperación sin darme cuenta lo he volteado la escalera, la que ha
caído encima de los cerdos, huyendo éstos despavoridamente al fondo del
cementerio.
- Pedro, Roberto y Alejandro, amigos
con quienes estaban compartiendo la reunión, al escuchar el relato de Ricardo, no
podían creer lo sucedido. Entonces, en son de burla le dijeron que era un
invento de él y que por miedoso estaba tratando de alarmarles.
De esta manera, la
pequeña reunión que había sido planeada por los amigos con tanto entusiasmo,
terminó casi en una desgracia por la influencia de seres malignos que
ocasionalmente suelen suceder por influencia de la naturaleza, la hora avanzada
de la noche y lo inhóspito de la población.
Al día siguiente, los
amigos fueron a desayunar a la casa de la señora Francisca, quien daba pensión
a las personas foráneas.
- Juan, para salir de dudas
acerca de lo sucedido, tomando el desayuno, preguntó a doña Francisca: - ¿Dígame usted, sí aquí en el lugar suceden
hechos insólitos en las noches?
- La señora Francisca,
sorprendida replicó: ¿Algo malo le ha sucedido, por qué pregunta como si
tuviera miedo o temor?
- Juan, tartamudeando respondió
y contó lo sucedido a Ricardo.
- La señora Francisca, al
escuchar lo relatado por Juan, quedó asombrada y reaccionó rápidamente y
preguntó: ¿está bien joven Ricardo, no le han llegado a lastimar?
- Ricardo, dijo: no señora,
solamente ha sido un susto enorme, pero, sigo algo aturdido.
Entonces, la señora
Francisca manifestó:
- Que en ese lugar las
personas foráneas a altas horas de la noche, si se encuentran solo son tentadas
por espíritus malignos en época de luna llena.
Además, la señora
Francisca aclaró y dijo:
- Lo interesante es que, posiblemente
el carácter fuerte de Ricardo ha contribuido para que no le sucediera algo
funesto; sino, podría haberlo llevado a un precipicio, aventarlo al río que
pasa por un costado del pueblo, desaparecerlo o amanecer muerto como había
sucedido en otras ocasiones con otras personas foráneas.
Con la información de
la señora Francisca, Pedro, Roberto y Alejandro, recién comprendieron que era
cierto lo sucedido a Ricardo, sirviéndoles como referente para otras ocasiones
en el futuro.
FIN
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