LAS LAGUNAS ENCANTADAS
(Autor: Profesor Hipólito G. Yánac Rivera)
A tres leguas (quince
kilómetros) del pueblo existía una laguna melliza, una chica que era la laguna
hembra y otra más grande que era la laguna macho, estaban conectados por un
pequeño riachuelo de diez a quince metros de longitud.
Estas lagunas eran
visitadas constantemente por personas que hacían camping y por estudiantes que
iban de excursiones de paseo por el paisaje hermoso donde se encontraba ubicada
y la gran cantidad de aves silvestres que cobijaba en sus aguas y pantanos o
lodazales; en sí era un atractivo turístico impresionante
Lo curioso de estas
lagunas es que tenían un comportamiento extraño y especial: Si las personas
visitantes eran mujeres, la laguna hembra empezaba agitar sus aguas formándose
olas que golpeaban las orillas donde se encontraban dichas personas, tratando
de mojarlas y ahuyentarlas. Y si las personas persistían observando por más
tiempo, las aguas de la laguna empezaban a cambiar de color, generando un ruido
raro que infundía en las personas cierto temor, miedo; por tanto, no podían
soportar tal manifestación de la naturaleza, por lo que, decidían retirarse
inmediatamente. Por su parte, la laguna macho frente a las mujeres tenía un
comportamiento diferente mostrándose tranquila; de sus aguas brotaba una brisa
fresquista, tenue dando una sensación de frescura y tranquilidad haciendo
apacible al visitante. En la superficie de la laguna se podía notar una
pequeñísimas olas que corrían de este a oeste y de norte a sur, produciendo un
sonido armonioso: shasssss..., shusssss…, shisssss…, haciendo que las
visitantes pasaran momentos de solaz (esparcimiento, distracción,
entretenimiento, regocijo, o pasatiempo) como invitándole a un descanso
placentero.
Por el contrario, la
laguna macho, si eran varones los visitantes se comportaba agresivo, haciendo
que sus aguas se salieran a las orillas como alejando a los visitantes; pero,
si eran mujeres mantenía tranquila sus aguas dejándoles contemplar su belleza y
el griterío de las aves silvestres.
Si el visitante tenía
conocimiento del comportamiento de estas lagunas, acudía a ellas llevando sus
regalos u ofrendas, que tenía que depositarlos en el ojo de cada laguna. El ojo
de las lagunas estaba localizado en el ingreso de la corriente de agua en cada
una de ellas, notándose que había un remolino en forma circular, de donde salía
burbujas de agua espumante acompañadas de una melodía impactante e inquietante,
que hacía más atractivo a los visitantes. Mientras que otros visitantes duchos
o expertos solían realizar otros ritos u ofrendas con coca y cigarrillo
nacional, tenían que bolear o chacchar (masticar la coca haciendo un bolo
dentro de la cavidad bucal, fumar dos o tres cigarrillos invocando a los seres
mágicos de la laguna para que les ayuden a pescar y cazar; esparcían el ron por
las orillas de la laguna. Luego los visitantes pescaban gran cantidad de
truchas, cazaban patos silvestres y huachhuas, retornando a casa contentos
porque la caza y la pesca les había ido bien.
Otras de las
incógnitas que encierran estas lagunas es que, en épocas de invierno cuando la
zona está anublada, si algún animal se acercaba al ojo de la laguna, el animal
era atraído mágicamente por este ojo y desapareciéndolo el animal al interior
de la laguna. De igual forma si una persona pasaba cerca de la orilla de la
laguna ignorando su comportamiento, la persona era atraída mágicamente por el
ojo de la laguna introduciéndolo dentro de sus aguas para siempre.
En las épocas de luna
nueva y luna llena, las lagunas tenían su forma peculiar de comportarse: En las
noches de luna nueva, bajo su luz tenue, del ojo de la laguna hembra salían una
manada de ovejas blancas a comer pasto verde que, luego de aplacar su hambre se
regocijaban dando alaridos y brincos por toda la pradera para luego
introducirse a la laguna.
De igual forma del
ojo de la laguna macho, bajo la fulgurante iluminación de la luna llena, salía
un toro color gris grande muy robusto
que mugiendo (bramando) se daba la vuelta por el contorno de las lagunas, como
dando que entender que él era el dueño de dichas lagunas, luego de culminar su
recorrido se introducía en el ojo de la laguna macho.
En las noches de las
fiestas de carnavales, cuando el reloj empezaba a marcar las doce de la noche,
del ojo de cada una de las lagunas salían comparsas cantando y bailando música
muy melodiosa y melancólica que, en la soledad del paraje se llegaba a escuchar
a varios kilómetros confundiéndose con la música de los pastores de las estancias
vecinas que solían festejar en los carnavales como ofrendas a sus ganados, para
que éstos puedan aumentar para el año siguiente.
En el mes de mayo,
las lagunas tenía otra forma de comportamiento como anunciando la temporada de
las heladas y el inicio de la cosecha de papas. Una noche de viernes a las doce
en punto, antes que los gallos de las estancias empiece a cantar, aparecía del
ojo de la laguna macho un gallo ají seco que al compás del relampaguear de las
tempestades de la helada empezaba a cantar: Kikiri ki…, Kocoro ko……, Kikiri
ki…, Kocoro ko……, como quien decir: ha empezado un nuevo amanecer, alístense
que la cosecha de papas va ser abundante. Esta escena se repetía casi por
espacio de una semana alertado a la población.
Entre los meses de
Agosto y Septiembre, sucedía otro acontecimiento muy importante entre las dos
lagunas. A media noche cuando los moradores de las estancias dormían
placenteramente y el silencio reinaba en el paraje, repentinamente salían del
ojo de las lagunas dos comparsas integradas por hombres y mujeres, empezando a
bailar y a cantar en competencia al frente de cada laguna. Si la comparsa de la
laguna hembra era la ganadora la cosecha de trigo iba ser abundante y la
cosecha de maíz iba ser mala. Pero, si ganaba la comparsa de la laguna macho la
cosecha de maíz iba ser abundante con las cuales podían elaborar la jora de
maíz y con ella elaborar la chicha de jora, bebida muy apreciado por los
hombres.
Este modo de
comportamiento de las lagunas marcaba el desarrollo de la vida social y
económica de los pueblos de la región, quienes les daban sus ofrendas en el mes
de Julio con ocasión de las fiestas patronales del pueblo.
FIN
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